miércoles, 1 de agosto de 2012

Papel


El tipo se escapaba del papel, no era una hoja en blanco, era más bien negra, o roja, un volcán adentro de un folio resbaladizo. Al tipo lo asustaba el silencio pero más el grito, también parecía dejarle la puerta entreabierta a ciertos fantasmas vencidos, chuecos, desdibujados. Aquietado en la expectación, detenido entre el rayo y el trueno, no estiraba la mano para escupir la tinta seca. Entre vacilaciones empezó por precipitarse en gotas de espejos, en autoretratos burlones, y en ese devenir se dio de bruces contra su propio tirano que lo señalaba con un dedo flaco: “tendrías que pensar esto“, “deberías hacer aquello“, “cómo puede ser que en este tiempo no hayas hecho esto otro“, el tipo no respondía, se encogía de hombros y le daba la espalda a las cartas que supuestamente le habían tocado. Se des-ordenaba y en ese caos se atrevía a levantar banderas nuevas, temblorosas pero nuevas, con la incertidumbre propia de la vida.
Cuando ya nada importaba tanto, dos hilos le tironearon las comisuras, respiró profundo y agarró el papel, hizo un avioncito y lo echó a volar.