Era un dedo gordo desmesurado,
inverosímil, como de otro pie.
Un puente ansioso al futuro,
redondo en un mundo asimétrico,
desobediente, federal.
Ese dedo combatía en cuero
portando uñas a regañadientes,
agitando en caramelo
sus caprichos más dulces.
Era un grito en la polvareda
de su huella bendita,
ese dedo era una premonición
de la mujer que venía detrás.
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